"Las ideas son como peces. Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas."
Con este tono de autoayuda vamos a meternos de lleno en el proceso creativo de unos de los directores de cine más surrealistas, terroríficos y violentos del cine del siglo XX: el buen David Lynch.
Es probable que te suene de los títulos de "Twins Peaks", o tal vez seas unx de lxs valientes y amantes del cine violento que vio "Eraserhead" (1977), "The Elephant Man" (1980) o "Blue Velvet" (1986) y no se traumó. Bueno, detrás de lo que cualquiera de nosotros pueda interpretar como un "lindo quilombito mental", David Lynch esconde uno de los procesos creativos más disruptivos y (ATENCIÓN) más cuarentena friendly que vas a encontrar en esta ya afamada sección de Querido Lunes: la meditación trascendental.
Si, así como lo ves, David medita dos veces al día desde 1973 y asegura que esta práctica lo ayudó a sacarse el "Sofocante Traje de Goma de Payaso de la Negatividad" (te gusta un toque el drama, eh David). En su libro "Atrapa al Pez Dorado", el cineasta y pintor utiliza la metáfora del pez para definir como la meditación (la práctica de pescar) nos permite expandir la conciencia (la pecera) para alcanzar las ideas más disruptivas y seductoras (los peces más grandes que nadan en el fondo).
¿Estás confundidx? ¿Lo del pez y la pecera te hizo pensar en Juan Luis Guerra? Vamos con la data científica antes de que entres en modo difuso.
QUÉ ES LA MEDITACIÓN
Existen muchos tipos de meditación, pero básicamente se trata de una práctica introspectiva que le permite al usuarix entrenar su cerebro para lograr un mayor estado de conciencia y foco en atención.
Numerosos estudios científicos demuestran cómo esta práctica puede reducir el estrés, la ansiedad, bajar la inflamación y mejorar la memoria y la atención. Pero hasta que un grupo de neurocientíficos de Estados Unidos (¿y de dónde sino?) decidieron ir estudiar a un grupo de monjes tibetanos, los ULTIMATE MEDITADORES, se desconocían los cambios fisiológicos que la meditación produce en nuestro cerebro.
Bajame un poco la red neuronal por defecto
Hasta hace relativamente poco se pensaba que el modo por default de nuestro cerebro era estar al palo constantemente. Este modo en el que entramos cuando no estamos pensando en nada en particular se denominó "modo de la red neuronal por defecto" o, más canchero, "default mode network". Básicamente nos pasamos todo el día pensando sin saber qué estamos pensando.
Resulta que entrar en este modo automático del cerebro es bastante perjudicial para nuestro bienestar emocional ya que, por default, nuestros pensamientos tienden a ser negativos: nos juzgamos a nosotros mismos, juzgamos a otros, nos arrepentimos del pasado y nos preocupamos por el futuro. Todo mientras lavamos los platos. La cosa es que esta charla interna constante nos va socavando el ánimo durante el día, nos anula la posibilidad de encontrar un momento de felicidad y, sobre todo, nos deja agotados.
Si a cualquier persona sin experiencia en meditación se le hace una electroencefalografía o EEG (o sea, se le ponen electrodos en la cabeza para medir su actividad cerebral) van a ver que la red neuronal por defecto está a full. Bueno, cuando se lo hicieron personas que tenían poca (una semana) o mucha (20 años) de experiencia en la práctica meditativa observaron que la actividad en esta parte del cerebro era considerablemente menor o directamente nula.
Esto repercute directamente en la optimización de nuestra actividad cerebral: si no estamos pensando boludeces todo el tiempo ahorramos energía para pensar en cosas en las que necesitamos pensar y nos dan bienestar, como una idea para una película, una campaña publicitaria o la cena de hoy.
Dame foco
El estado generalizado de atención que produce la meditación como consecuencia del apagado de la red neuronal por defecto permite captar más estímulos del entorno y, de esta manera, tener más materia prima para crear nuevas ideas.
La repercusión del aumento del foco de atención se demostró, entre otros estudios, con la prueba denominada Attentional Blink (Parpadeo de Atención). En este test, las personas son expuestas a una proyección de una serie de imágenes consecutivas de forma muy rápida. El promedio de los simples mortales como nosotros solo puede captar una de cada cuatro imágenes, pero las personas que tienen la meditación como hábito pueden captar casi todas las imágenes o todas. Esto quiere decir que si podemos calmar nuestra mente vamos a ser capaces de mejorar mucho nuestra captación de estímulos del entorno y, literalmente, vamos a ver más cosas.
Subime la materia blanca
Michael Posner, un neuropsicólogo de la Universidad de Oregon, demostró que meditar trae aparejados cambios en la materia blanca de nuestro cerebro, que no es más que una sustancia que se encuentra en las profundidades más recónditas de este órgano, formada por fibras nerviosas que permiten que diferentes regiones del cerebro se comuniquen de manera más eficiente entre sí.
Michael descubrió que los monjes tibetanos capos en meditación presentaban un aumento significativo de la materia blanca del cerebro en el cíngulo anterior, un sector del cerebro muy involucrado en el manejo de la atención y que, a su vez, está conectado con el sistema límbico o emocional. Esto, básicamente, les permitía entrar de modo más sencillo en el modo difuso (si no estudiaste para hoy, andá a leer la primera nota de este ciclo): lograban conectar distintas regiones del cerebro de forma más rápida y eficiente y, encima, tenían mejor humor y menos ansiedad. Buen combo.
¿Ondas Alfa? Si dale, agregame un par.
Nuestro cerebro produce impulsos eléctricos que viajan a través de nuestras neuronas. Esta actividad se presenta como ondas cíclicas ondulatorias repetitivas con distintas frecuencias que nos permiten diferenciar entre cuatro tipos de ondas principales: Alfa, Beta, Theta y Delta. A pesar de que nuestro cerebro se encuentre produciendo todas las ondas en simultáneo, es el tipo de onda predominante el que determina nuestro estado. Hoy nos vamos a meter solo con las Beta y las Alfa.
Las ondas Beta denotan actividad mental intensa y están activas cuando estamos en UNA de multitasking, estresados, ansiosos o con miedo. Las ondas Alfa, en cambio, son frecuencias más lentas que se relacionan con un estado de conciencia relajado y enfocado, y son las que reinan cuando estamos en el mood creativo. Con nuestra clara tendencia al estrés, por lo general predominan las ondas Beta a lo largo de todo el día por lo que nuestra salud mental, emocional y psíquica se ve claramente afectada.
En el momento en que meditamos, las ondas cerebrales empiezan a cambiar y pasamos de las Beta a las Alfa (los meditadores expertos, además, pueden producir las ondas llamadas Gamma, asociadas con la full experience de relajación y bienestar). Cuando estamos en un estado de introspección, nuestro cerebro se conecta de forma distinta. No reacciona ante estímulos externos sino sólo ante los estímulos internos, por lo que la percepción de uno mismo y del entorno cambia. Pasar de Beta a Alfa genera una situación de "anti-miedo" a nivel fisiológico: baja el estrés, el cortisol y salimos del estado de pelea y huida. Y sin duda cuando estamos relajados es el mejor momento para crear.
RETURN TO THE DAVID
Habiendo demostrado la validez científica de la práctica, volvamos a la experiencia creativa de David. Gracias a la meditación descubrió una manera de generar ideas de forma infalible: tiene la capacidad de captar más estímulos de su entorno gracias a su estado de atención y concentración y, a su vez, puede relacionar estos estímulos de forma sencilla porque vive relajado y sin miedo. Quién pudiera.
Además de meditar, en su libro David expone una serie de consejos para poder desarrollar esa idea que te vino volando en medio de tu modo difuso:
- Usá la idea como guía. La idea es todo; hay que mantenerse fiel a la idea porque te va a decir todo lo que necesitás saber. Tu trabajo consta solo de darle el aspecto que tenía esa idea, la sensación que transmitía, el sonido que emitía. Así, cuando te desvías de la idea, vas a intuir rápidamente que estás tirando cualquiera.
- Tené las herramientas a mano. A veces se te ocurre una idea pero para llevarla a cabo necesitas de algún medio o de una instalación en donde tengas las herramientas necesarias para plasmarla (un instrumento musical, una computadora, un lienzo, una olla Essen). Si no tenés las herramientas a mano, la idea puede perderse en una tragedia infinita.
- Dormí bien. Es necesario descansar tu fisiología para ser capaz de trabajar y meditar bien.
- Encontrá un trabajo que te deje tiempo. La vida artística requiere de tiempo para que pasen cosas buenas, y es muy difícil llevarla a cabo con un deadline amenazador a cada rato.
Así que ya sabés, un gran método creativo que podés llevar a cabo desde la comodidad del toque de queda es dejar de pensar boludeces y concentrarte en lo que realmente importa.